domingo, 20 de abril de 2008

Detectan un barco con armas para Zimbabue

Trabajadores surafricanos se niegan a descargar la mercancía

Un barco chino que se cree transporta 77 toneladas de armas cortas, tres millones de balas, morteros, granadas y rifles de asalto se encuentra atracado en el puerto surafricano de Durban, según el diario The Guardian.

El Gobierno, que ha confirmado que el destino de la mercancía es Zimbabue, afirma que no puede bloquear el cargamento. "No estamos en posición de actuar unilateralmente e interferir en el comercio entre dos países", dijo el portavoz del Gobierno surafricano, Themba Maseko.

Pero un sindicato de trabajadores del puerto se ha negado a descargar la mercancía del barco. La decisión está en línea con la posición de los sindicatos surafricanos, que son muy críticos con el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, a diferencia del jefe de Estado surafricano, Thabo Mbeki.

"Nos preocupa que las armas caigan en manos de quienes quieren usar la fuerza militar contra el pueblo de Zimbabue", dijo a Reuters Randall Howard, secretario general de la Unión de Trabajadores del Transporte de Suráfrica, con 300.000 miembros. "El Gobierno surafricano no puede ser visto como sostenedor de un régimen militar", añadió.
 
El viceministro de Información de Zimbabue, Bright Matonga, dijo ayer que todo país tiene derecho a adquirir armas y que el uso que se le den "no es asunto de nadie".

La oposición de Zimbabue, que ha ganado oficialmente las legislativas y reivindica el triunfo en las presidenciales pese a que no se conocen los resultados, ha denunciado que Mugabe ha iniciado una violenta represión contra sus militantes.

La oposición sufrió ayer otro golpe cuando un tribunal deses-timó su recurso para impedir el recuento de los votos de las legislativas en 23 circunscripciones. Él recuento, solicitado por el partido de Mugabe, comenzará hoy y, si las cifras finales cambian, podría despojar a la oposición de su mayoría en el Parlamento.

Nuestro no saber qué hacer... su sufrimiento

TVE ha estrenado "Plan América", una serie sobre cooperantes. Las
críticas no se han hecho esperar. La 'Plataforma 2015 y más' denuncia en
este artículo estereotipos, la "idea redentora" de la cooperación y la
"invisibilización del Sur".

Partamos de la base de ficción que requiere una serie televisiva, trate
el tema que trate, para ser contada. Pongamos de manifiesto el
profesional trabajo de producción y el equipo de actores que encarna
esta serie. Y vamos al grano. Plan América quiere ser una serie que
cuente la vida de los cooperantes españoles en algún país del Sur, pero
se olvida que para eso tiene que mostrar que el Sur también existe.

Existe y camina. En los países del Sur, donde llegan a trabajar las ONG
españolas hay profesionales locales que dan mil vueltas a los inexpertos
cooperantes y de los que uno aprende porque conocen su espacio y saben
mejor que nadie cuáles son sus necesidades. Son las contrapartes, esas
socias locales con las que trabajamos conjuntamente las organizaciones
de aquí. Cuando una persona decide trabajar como cooperante en algún
país, decide formarse previamente y conocer y aprender de otra cultura,
descubrir la forma de vida de los otros y aportar experiencias y
esfuerzos en el camino de esos pueblos.

Aunque la serie quiera centrarse en la vida del equipo español, es
preocupante que todos, todos los personajes propios del país en cuestión
–Colombia, como habrán pensado la mayoría de los espectadores, aunque se
quiera un lugar indefinido y no se cite– respondan a estereotipos que
acaban por situarlos en un plano inferior: nosotros sí sabemos; ellos no
saben. Ni un solo referente local que nos dé algo constructivo y positivo.

Se repiten las ideas que no hacen sino mostrar a la población del Sur
como los "pobrecitos". Esa visión paternalista y maniquea que todo lo
simplifica. O víctimas o verdugos. El paramilitar es malo. El
guerrillero parece bueno pero también es malo. El conductor es vago y le
gusta la bebida. La señora y su hija enferma son ignorantes. La chica
guapa es eso, guapa, y mantiene una relación -en secreto- con el jefe
del hospital español.

Pero ahí están ellos y ellas, el equipo de Plan América, con soluciones
para todo. Menos mal. Con perfiles para todos los gustos: la monja, la
idealista-ingenua, el cínico, la sentimental… Pero también se equivocan
y tienen dudas. Imagino que cada personaje nos dará pistas capítulo a
capítulo de sus motivaciones para salvar al mundo.

Y ahí radica el problema de contenido de la serie. Si seguimos
alimentando la idea "redentora" de la cooperación jamás construiremos
una sociedad más justa. La cooperación no requiere de heroínas ni de
santos. Si mantenemos la visión etnocentrista ante otros países nunca
podremos trabajar juntos. Los pueblos tienen que ser los protagonistas
de su desarrollo, tal vez no con el modelo que se impone desde el norte,
con sus propias herramientas y con derecho a equivocarse. Nuestras
soluciones no son ni las únicas ni las mejores.

No le voy a pedir a una producción audiovisual de entretenimiento que
exponga la realidad tal cuál es, necesita su espacio de ficción y
creatividad, pero no nos olvidemos de la función educativa que también
tienen los medios de comunicación, y de las posibilidades tan valiosas
que estamos dejando pasar para mostrar valores positivos, solidarios y
que nos hagan vivir en equidad.

Entiendo que una serie de televisión necesita acción, que pasen cosas
para narrar sus historias, pero, sin negar la existencia de los
conflictos armados, ni las difíciles condiciones que en muchas ocasiones
encuentran las ONG para trabajar en determinados lugares; iniciar Plan
América con un asalto, robo, intento de violación y una cooperante
asesinada a balazos no es, afortunadamente, ni remotamente cercano a la
realidad. Desde luego, el clima generado lleva al espectador a pensar
más en los riesgos y la supervivencia de los cooperantes que en la
realidad social e injusta en que viven los países que precisan del apoyo
de la cooperación al desarrollo.

Flaco favor a una sociedad como la nuestra que aún no termina de creerse
que para que nosotros vivamos como vivimos, otros están explotados y en
condiciones precarias, que nuestro modo de vida, nuestras políticas
comerciales, migratorias, económicas, afectan a la vida de miles de
personas en otros países. Y que si las cosas no cambian no es porque no
quieran, sino porque no queremos.

Veamos Plan América como una serie de ficción, más cercana a un hospital
militar de campaña en plena guerra que a un proyecto de cooperación, y
miremos al Sur y a sus gentes que tienen mucho que contar.

Fuente: Canal Solidario